sábado, 29 de septiembre de 2012

CULTO A LO EFÍMERO


Al igual que Patrick Süskind dice en "El perfume" que los olores pasan desapercibidos a lo largo de la Historia -que existen y desaparecen-, de la misma manera día tras día millones de cosas minúsculas, percibidas o no, suceden y se pierden en la profundidad del tiempo.
Son pequeñas cosas que conforman lo más esencial de nuestra existencia como seres humanos y que es aquello en lo que nadie se fija, nadie repara. Un gesto de alguien desconocido que nos transmite calma, una escena ajena a nosotros que nos inspira amor, o compasión; la percepción de la fragilidad de una persona cuando está de espaldas o duerme... miles de circunstancias, situaciones, gestos y palabras a las que no se concede ninguna importancia y que existen efímeramente durante unos segundos para ser después olvidadas por siempre.

Tras muchas reflexiones he llegado a la conclusión de que todo cuanto nos rodea, las cosas más vanales, efímeras y curiosas, mueren con nosotros; con nuestra época. Aquello que en decenas o cientos de años se preguntarán los que nos sucedan, se convertirá en una sombra de la que sólo quedará el eco de nuestros pasos. La energía apagada de una mano que tocó un objeto. Los recuerdos ajenos pegados invisibles a las cosas que vemos.
Por eso me fijo y rindo culto a cuantas cosas de hoy pasarán desapercibidas a quienes vengan e incluso existen, y por las que quizás alguien en ese futuro se pregunte.
No vemos ni valoramos la excepcionalidad eterna de cada instante ni somos conscientes de cuántas cosas cotidianas nos unen los unos a los otros. De nuestro paso colectivo y tal vez individual, sólo quedará una caricia perdida en el tiempo que dejará nuestra impronta invisible.
Después de reflexionar y comprender nuestro modesto e imperceptible paso por este presente -que poco a poco se convierte en pasado-, ya solo me queda preguntar: ¿cuántos ojos pasarán por estas letras?


¿QUÉ SE SIENTE AL SER UN RECUERDO? (26 de octubre de 2015)

NECESARIO PARA LEER, INCEPTION:

Sí, has leído bien. ¿Cómo se siente un recuerdo?
Cada vez son más aceptadas las teorías sobre universos paralelos. Y de hecho el feng-shui defiende que en ocasiones nuestra casa (determinada zona) puede ser un lugar en el que dos dimensiones se crucen, por lo que debemos actuar para evitar que seres de esas dimensiones decidan quedarse o molestar.

Pero el post de hoy no va del todo por ahí, sino más bien sobre una de esas experiencias que dicen a gritos que lo que vemos no es todo lo que hay.

Este fin de semana, por la noche, salí por Madrid con dos amigos y estuvimos tomando algo aquí y allá. No podía dejar de fascinarme con la arquitectura de la capital y pensar cuántas personas han pasado riéndose y divirtiéndose por esa misma calle en la que te encuentras, haciendo lo mismo que tú. Cuánta gente ha pisado esas aceras y cuántas cosas se han visto bajo la silenciosa mirada de las ventanas plagadas de reflejos y sombras.

En un momento dado mis dos amigos quedaron dos pasos por detrás de mí e iban hablando. Yo, embebido en todo esto, miré mis pies. De pronto percibí algo; esa clase de información que se nos antoja clave y está escondida bajo elementos cotidianos. 
Entonces sentí que formaba parte de toda esa energía que está pero no se ve, esa que hay que pararse para sentirla o conectar.
Inmediatamente sentí como si yo y todo lo que me rodeaba fuera ya un recuerdo. Un momento "presente" y real dentro de un mundo que ya era totalmente distinto y donde ninguno de los que ocupábamos las calles con nuestra presencia, nuestras voces y nuestro aire, existiéramos. Tan solo esa energía vibrante que lo impregna todo. Ese eco latente de que hemos estado aquí. En cierto modo me sentí encerrado dentro de una burbuja.

Miraba la gente con la que me cruzaba, los edificios... y sentí mi mirada cansada y llena de todo lo que nadie percibía. Durante un momento sentí tal angustia que tuve ganas de gritar. 
Entonces me centré en la materia, en mi cuerpo, en las voces, en la despreocupación de una noche de fin de semana. Y todo pasó.

Al fin y al cabo, yo sí estoy aquí.

BE FREE. LIVE YOUR ART. FIND YOUR DESTINY.


CRUZANDO UN PUENTE (28 de agosto de 2015)
No somos conscientes de que somos testigos de un momento histórico único.
Todas esas preguntas que nos hemos hecho sobre cómo sería haber estado durante la caída del Imperio Romano o haber ido al festival de Woodstock, son del mismo tipo que se harán cuando ya no estemos.
Nacimos en el siglo XX y hemos visto cambiar el mundo en directo, a tiempo real debido a la televisión y las Redes Sociales.

Un cambio de mentalidad y conciencia global que comenzó ya hace 4 años y que sigue creciendo en tanto que el radicalismo y la dependencia tecnológica hacen pensar que el futuro puede no ser tan brillante como lo veían nuestros antepasados. Por primera vez es verdaderamente incierto y sin demasiado optimismo.



Disfrutemos de este presente nuestro del que somos protagonistas, porque el mundo ha empezado a cambiar y estamos en un momento de transición.

Conocimos cómo era todo antes y estamos viendo frente a nosotros un cambio que no sabemos dónde llegará.


Blanco, gris o negro, disfrutémoslo. Porque estamos cruzando un puente entre dos etapas.

Fuente: Pinterest

BE FREE. LIVE YOUR ART. FIND YOUR DESTINY.

WHEN I SEE YOU AGAIN (23 de agosto)
NECESARIO PARA LEER: See you again.


No es hasta que no respiras el aire de seco de Madrid y sientes el frío viento que ya huele a septiembre, cuando te das cuenta de que las vacaciones han quedado atrás como si pertenecieran a una vida lejana y pasada. Con ellas marchan muchas cosas que han sido increíbles. 

Y es entonces cuando se nota el vacío que dejáis al volver a la vida de siempre.


Nunca he aprendido ni me he llevado tantas cosas conmigo como durante estas intensas vacaciones a vuestro lado. Con algunas cosas malas y muchas buenas.


Me fui con dos maletas y una bandolera, y me traigo una tercera maleta repleta de los recuerdos que siempre llevaré en mi corazón. Incluyendo nuevas y fuertes amistades que aunque ya estaban ahí necesitaban estrecharse. Habernos conocido más y disfrutar de 24 horas durante dos semanas con vosotros no tiene precio.

También he recuperado un amigo en una relación nueva, más fuerte y mejor que la anterior.


Atrás quedan los momentos de playa, tapas en la terraza de todos los años, las noches tranquilas -y las no tan tranquilas-, los sustos, la lista interminable de canciones que ya forman parte de este moribundo verano de 2015, las frases nuevas del año y todos esos flechazos en la playa y en la piscina con personas cuyos rostros ya se difuminan en tu memoria. Personas que no volverás a ver nunca (¡aunque por suerte no para todos!).

Aunque no seamos todos de la misma ciudad y aunque el verano esté muriendo, un año más somos eternos. Gracias por estas dos semanas tras las cuales mi año vuelve a empezar.




¿VOLVEMOS AL PASADO? (6 de junio)
Necesario para leer: "Tornero, I santo California"
Escuchar una canción pasada y lejana y que todo se precipite. Que por un lado te veas en el coche con siete años y esta canción de fondo, mientras parece que vas a un lugar muy lejano y transcurres por calles de pueblo en una tarde con el cielo gris; con los últimos rayos de sol y recuerdos de familia a los hombros.

Algo se aviva dentro de ti y todo tu yo anterior regresa. Sueñas con la casa donde vivías, con tus amigos de entonces y todas las sensaciones que aparecían sólo en verano como la fruta madura.
Esas largas tardes en la calle y esas memorias compartidas.

Y sigue el presente, caminando hacia un futuro que nunca vemos brillar más que aquello que fue. Y la vista baja al suelo. Y el corazón se contrae. Y te sientes triste.
Suspiras, escribes y continúas el viaje con una pregunta no realizada pero que vaga por tu mente:
¿Volvemos al pasado?



ESPACIO VITAL (21 de mayo)
En el jardín suelen aterrizar -y anidar- mirlos
Gracias a la cantidad de vegetación que hay, a menudo descienden para picotear insectos y semillas cada vez que se resiembra el césped.

De cuando en cuando hacen acto de presencia hermosas aves cuyos nombres no sé, pero que te cautivan por sus colores y cantos. Tonos rojos, mezcla de gorriones y canarios, algún agaporni -huído o abandonado...- y aves negruzcas parecidas a los mirlos pero que no lo son.

En concreto son éstas últimas las que protagonizaron la situación que hoy alimenta este post.

Estaba un mirlo picoteando por el césped cuando vi que se posaba en el suelo un ave negruzca. Se percataron el uno del otro pero siguieron a lo suyo un momento.
Entonces bajó otra, y se pusieron en alerta.
Otro mirlo descendió para contemplar la escena, como si fuera a estar pendiente por si hubiera que intervenir.

El ave de color oscuro fue acercándose a uno de los mirlos, y ambos se pusieron en posición defensiva hasta que comenzaron a lanzarse picotazos.
En ese momento descendieron otro mirlo y otra ave como la que atacaba.

El mirlo y ella estuvieron en el suelo sujetándose y arrancándose alguna pluma unos minutos, mientras las otras miraban.
De cuando en cuando se acercaba de más alguna de ellas, pero nadie intervenía. Sólo esperaban a que la balanza se inclinara en favor de uno u otro para saber quién abadonaría su espacio vital.

Tras la disputa los mirlos salieron volando. "¿Volverán?", pensé.

Fuente imagen: Pinterest



CONVERGIENDO EN EL PRESENTE (9 de abril)
Ha pasado mucho tiempo desde las últimas palabras en este post, pero hoy quiero compartir algo que me ha sucedido esta mañana.

Iba en el autobús en plena hora de colegios. La calle era puro bullicio de gente andando con niños, entrando en el colegio, coches que aparcaban en doble fila, hermanos y hermanas mayores y pequeños hablando sobre cualquier cosa entre ellos o con quienes les llevaban.

Había personas esperando ya fuera del colegio asegurándose de que su niñ@ entrara antes de marcharse. Un policía local regulando el tráfico en el paso de cebra y más gente esperando. Coches yendo de un lado y viniendo de otro.
La vida individual y colectiva convergiendo en un mismo momento.

De repente para mi ha sido como si el mundo redujera la velocidad. Y me he vuelto consciente de lo que estaba viendo; un recuerdo que podemos vivir: el presente. Ese presente sobre el que alguien en el futuro se preguntará cómo fue; cómo era la gente de entonces, cómo se comportaba, a qué olían las calles...

Y he visto todo ese movimiento casi caótico y ajeno a mi mirada. Ese movimiento que me ha hecho sentirme parte de todo lo que estaba frente a mi, como si estuviera dentro y fuera de ello.

Y así, en unos segundos, todos hemos continuado nuestros caminos para olvidarnos de esos instantes. Hasta el próximo día...
Fuente de imagen: Pinterest


UNA MERENDERA MUY ESPECIAL (18 de enero)
Llegó el momento. Os contaré la "historia" de esta merendera.
Hace un par de meses, había quedado por la noche con mis amigos para tomar algo en una zona de Madrid.
Había estado lloviendo, por lo que toda la calle estaba mojada.

Mientras hablábamos pasamos al lado de un contenedor de escombros (en los que siempre reparo por la curiosidad de ver qué te encuentras en ellos), y justo encima, desperdigado, estaba esta merendera y todo su contenido. Decenas de juguetitos pequeños que cabían en su interior estaban ahora expuestos a la intemperie desordenadamente y sin piedad, todos mojados. 
Había pequeñas piezas de madera que estaban hinchadas por haber pasado la noche bajo la lluvia.

Entonces me paré y me quedé mirándolo fascinado: parecía el tesoro de un niño (o de una niña).

Era como si alguien muy enfadado lo hubiera tirado con rabia, vaciando su contenido para que nunca más pudiera recuperarse. O como si alguien muy herido quisiera deshacerse de recuerdos dolorosos.
O tal vez incluso ese niño se hizo mayor y ya no quería su pequeño tesoro, o se lo habían tirado sin que lo supiera o simplemente sin más. 
En cualquier caso no me transmitió ninguna mala energía, todo lo contrario; sentí calma y tristeza porque hubieran hecho eso con algo que parecía tan especial. Sentía la energía de ese niño o niña.

Pero hoy está a salvo. Seco y limpio. Quizás algún día alguien lea esto y se acuerde de esa diminuta parte de su infancia que un día desapareció sin saber cómo ni dónde.

¡Que levante la mano quien haya tenido un tesorito de pequeñ@!

WHERE THERE IS LIGHT (29 de octubre)
Necesario para leer: "Where there is light" VNV:
Qué fácil es que el espíritu de nuestra juventud se deje abrasar la superficie por el peso de la edad, por esas veces en que hablando con nuestros abuelos te cuentan las penurias de su vida y lanzan sus típicas frases sentenciosas de: "¿para qué vivir ya?" o "está mejor un@ muert@".
Son cosas que francamente duelen, pero hagamos lo siguiente:
Escuchémosles con distancia, centrándonos en la gratitud que podemos sentir por todas las cosas buenas que nos han pasado y pasarán en la vida. Por cada instante de aliento, de una caricia de alguien querido, de un abrazo. Por la alegría de volver a ver a ese amigo o esa persona que te gusta. Por esos diez minutos tumbado en la cama con alguien que quieres, familiar o amigo.

Dejémonos iluminar por esa sensación de paz, de "todo irá bien". Por esa confianza cálida como el abrazo, la caricia, el beso o la mirada de complicidad. Por SENTIR que todo irá donde debe ir, que la vida te guiará allá donde debas estar.

Miremos hacia atrás sin dejar de mirar hacia delante, y menos aún a este presente nuestro; ¡el único recuerdo que podemos vivir!

No nos dejemos hundir por la edad, sigamos siempre jóvenes en nuestro corazón. Llenémoslo del amor y la gratitud que hemos recibido y recibiremos. ¡Démoslo!
Y entonces una sonrisa se dibujará en tu cara, fruto de comprenderlo todo. Y algo en tu interior te preguntará: ¿puedes ver la luz?


SIGUIENDO LA ESTELA (21 de septiembre)
El post de hoy está relacionado con el anterior, por lo que aún podéis leerlo para haceros una idea completa de lo que quiero transmitiros.

La publicación quiero dedicarla a los buenos recuerdos, a todos esos momentos envueltos de amor y felicidad que hemos vivido.

Necesarísimo para leer: "Chandelier", Sia:
Solemos sentirnos casi tristes y nostálgicos al recordar, e intentamos apagarlo sin darnos cuenta para que no sea así. Pero creo que el enfoque correcto es sentirnos afortunados y agradecidos por haber vivido momentos tan hermosos, y más aún por haberlos vivido con quienes los hemos vivido.

Sólo es necesario dejar a un lado la melancolía, reconducir el rumbo de nuestras emociones en ese momento y no pensarlo como lo que ya fue, si no lo que sigue siendo dentro de nosotros. 
Debemos mantenerlo vivo y alimentarlo, que mañana despertemos sintiendo que es un domingo de cuando éramos niños, o un día en casa de tus abuelos con tus primos, o un día que no olvidarás con tus amigos. No echamos de menos el tiempo o la época, echamos de menos lo que sentíamos. Si logramos reanimarlo no tendremos la "necesidad" de volver atrás, porque todo seguirá siendo sin ya ser. Seguiremos sintiendo esa calidez, esa vitalidad, ese cariño eternamente vivo.

Es entonces cuando una sonrisa se dibujará en nuestra cara, porque habremos comprendido que este presente nuestro es el recuerdo del futuro. Un manojo de emociones y pequeños instantes que echaremos de menos cuando pasen los años. Y entenderemos lo más valioso de todo: la suerte que tenemos por poder vivir un recuerdo. El presente es el único recuerdo que se puede vivir.
Lo tienes aquí, delante. Lo puedes tocar y abrazar. Le puedes dar un beso y saber a qué huele. Puedes sentirlo.

Sólo en ese momento podremos dejarnos engullir por ese torbellino brillante y vivo que amanece en nuestro corazón. Y tan solo tendremos que cerrar los ojos y sentir gratitud.


Que tengáis una semana inolvidable!


VOLVER A DONDE NO TE HABÍAS IDO (17 de septiembre)
He vuelto donde vivía cuando era pequeño y de donde me mudé con 15 años. De donde no me despedí y lo he guardado en mi interior. Tanto es así que sueños profundos suceden en la casa donde vivíamos.
Con el tiempo me di cuenta de que no me había despedido de aquello y por eso sueño, porque sigue vivo.

Han pasado muchos años en esta otra casa, y en cambio no la siento tan hogar como la otra. Eso se debe a la rapidez con que tuvimos que marcharnos y la inmensa felicidad de que gozamos en ella, y mi infancia.

Si quien lea esto ha vuelto a visitar un lugar donde vivió o fue muy feliz, sabrá a qué emociones me refiero cuando digo que al volver te tiemblan las piernas, estás como cuando te reencuentras con alguien. Aunque en este caso en el fondo es así porque vuelves a sentir a todos los que conocías, tu familia, tus vecinos y los amigos de entonces.
"Todo es igual pero todo ha cambiado", y todos estamos aún ahí aunque nos hemos ido. Pero vuelves a sentir que una parte de ti y de todas esas personas sigue ahí, y que al volver emanas lo que eres, encontrándose con lo que eras.
Y a su vez el lugar emana toda esa felicidad y momentos que han impregnado su tierra y sus ladrillos.

Ves vuestras pisadas en un suelo pisoteado mil veces más por extraños, tus manos en las barandillas y todo aquello que ya no existe vuelves a ponerlo en su lugar.
Vuelves a esconderte entre las plantas, a llamarte desde la ventana de casa, a ver a tus amigos. Vuelves a sentir esa esencia que desprende todo, casi con cuidado. Como si fuera a romperse.

Hoy he hecho fotos, y sé que no me he despedido, pero volver ha sido increíble.

Os dejo con Modern Talking y una canción que sonaba en mi casa muchos domingos de limpieza:
Sed felices!


EL MEJOR AMIGO (21 de agosto)

Hoy es de esos días que la inspiración viene a visitarte y por ello abro el post de hoy con algo que sucedió anoche.

Estaba con un amigo en una terraza atestada de gente, donde cada vez que llegaba alguien le tocaba esperar para que alguna mesa o silla quedaran libres.
En un momento de tranquilidad llegó un anciano vestido con camisa de cuadros y pantalones vaqueros sujetos por un cinturón.  Es de esas personas que has visto mil veces desde hace años pero que no conoces.
Parecía apenas tener dientes y estaba muy encorvado. Además no tenía demasiado cabello, y el que tenía era canoso y estaba revuelto. 

Pero ese hombre no iba solo. Le acompañaba su inseparable cocker negro con el hocico blanco por la edad. Ambos ancianos, ambos lentos. El hombre pidió, y cuando iba a ir a recogerlo ató al cocker a su silla con la poca rapidez que le permite la edad, le dijo que se portara bien y pidió a una mesa cercana que lo vigilaran.
Cuando regresó con su tinto de verano el perro se levantó contento porque había vuelto, y el hombre con no menos alegría le dedicó algunas palabras. Entonces se sentó. Y pese a que la terraza estaba repleta de gente, era como si sólo estuvieran ellos; teniéndose tan solo el uno al otro.
Fuente: Pinterest


CHANGING (20 de agosto)

Para escuchar: "Everyday", Carly Comando:

En verano más que nunca hacemos acopio de sensaciones y momentos que atesorar durante el resto del año, y de nuestra vida. 
Decidimos centrarnos en el presente más que en ningún otro momento, y cuando recordamos veranos pasados lo hacemos normalmente con cariño sintiendo el calor de esos instantes anteriores.

Pero si miramos aún más hacia atrás no podemos evitar darnos cuenta de cuánto hemos cambiado. Ojeamos fotografías de hace algún tiempo y nos parecemos completamente distintos, todo nos parece distinto. E intentamos hacer una secuencia cronológica de aquello que hemos vivido a lo largo de ese período, pero tan solo recordamos hitos durante ese recorrido, como descansos que hemos memorizado durante un trayecto.
Y de pronto, durante un instante, no tienes claro quién eres o quién has sido. Como si todo formara parte ya de otra vida, casi ajena.
Entonces durante un momento te olvidas del mar, del sol y la brisa. Dejas de prestar atención a la conversación de tus amigos, familia o pareja. Tu vista se posa en el suelo y te preguntas: ¿cuánto he cambiado en realidad?

Nota: el trabajo del vídeo pertenece al fotógrafo Noah Kalina, quien se tomó una fotografía al día durante 6 años (del 2000 al 2006), componiendo Carly Comando una melodía a piano exclusivamente para ese vídeo. El resultado es el que podéis ver arriba.


A VECES (7 de julio)

Para escuchar: "Demons", Imagine Dragons:

"A veces me siento gris.
De un gris tan oscuro que casi parece negro. Tan sucio como cenizas que se meten por la nariz y te impiden respirar.
Siento no encajar en un mundo lleno de contradicciones y paradojas. Y esque es difícil mantenerse del derecho cuando todo parece estar del revés, y parecer normales las cosas más retorcidas y turbias; las costumbres más chuscas y nocivas.
Casi siempre momentos felices tienen un matiz de triste melancolía, y con frecuencia llueve dentro de mí hasta empantanarme.

En ocasiones pienso que esa noche que vivo es tan fría como muchas cosas en mi interior, y me es imposible no pensar en cuántas cosas no coincido con los demás. Y si ese frío lo intento calentar con alcohol se produce una difuminación tal, que vuelve extraordinariamente frágil la frontera entre el bienestar y el hundimiento. Entre la risa y las ganas de llorar.
El alcohol me ablanda por dentro, me vuelve vulnerable; más hacia mí mismo que hacia los demás. Mis frustraciones, diferencias entre mi forma de ser y el mundo que me rodea, el desfase de mi modo de sentir y ver las cosas con respecto a mis amigos me hace a veces sentir más cercano a personas que apenas estimo que a quienes quiero. Y es como si vestido de blanco caminara por los rescoldos de una inmensa hoguera, y me tiznara de suciedad mientras abraso mis pies.

A veces veo el brillo turbio y malévolo en los ojos de mis peores demonios, que me sonríen reclamando que pronuncie un nombre impronunciable. Y miro para otro lado, pero me topo con ese mundo que no entiendo. Que me toca de cerca.

Siento torbellinos de contradicciones, de emociones radicales que tiran hacia caminos opuestos. Pero mi centro es más fuerte y sujeta con firmeza las riendas, aunque a veces siento que en cualquier momento tomará libremente una dirección desconocida. Y no puedo evitar sentir tanto miedo como emoción por esa novedad que soplará con fuerza.

Con frecuencia la luz brillante del horizonte titila como cubierta por una niebla, y siento cómo mis zapatos gastados pisan desnudos los cantos puntiagudos de un camino incierto. Siento que me pierdo, y emanan en mi mente sentencias para cada circunstancia que me hacen sentir mejor. Aunque a veces me hunden más; como el cigarro que se apaga con indiferencia sobre una superficie cualquiera.

Muchas veces siento mi rutina tan asfixiante como arrastrarse por el suelo cubierto de polvo, el polvo de una existencia mate. Sintiendo que nada consigo.
Intento buscar soluciones pero concluyo siempre que la mejor para mi es la más cabal: aguantar y sobrevivir, continuar cambiando lo que pueda.
Y gira de nuevo la rueda, el futuro incierto y la certeza semi solitaria y casi incomprendida de mi existencia.
Y vuelvo a sentirme gris.

A veces quiero hundirme asfixiado en mi propio fango. Pero a veces ya no me importa.".


SIN PLANTEÁRTELO (9 de junio)

Quiero compartir algo que vi hace unos días. Algo que no nos planteamos, pero que por ser algo curioso y efímero quiero dejar constancia. 

Estando en el campo, cerca de una fuente de humedad (una llave de paso), vi una cosa que me llamó la atención: un insecto corriendo. Parecía una araña, pero era una garrapata que huía.
La estaba persiguiendo un mosquito, y mientras ella avanzaba con rapidez el mosquito le lanzaba embistes para intentar llegar a su sangre. El cazador cazado.
Es curioso porque tiene toda la lógica del mundo dado que una garrapata tiene sangre y a un mosquito le atrae también, pero jamás reparamos en ese tipo de cosas.
Fuente imagen: Elaguademar


ENCADENADOS (8 de junio)

Necesario para leer:

Hay momentos en nuestra vida en los que muchas pequeñas cosas se nos juntan y terminamos hartos por todo y por nada concreto.
Sentimos que en muchos aspectos de nuestro interior estamos a punto de cruzar un límite, y que no habrá vuelta atrás. Notamos crecer el ansia de un cambio profundo, de romper con lo superficial, de ser nosotros mismos al 100% o al menos al 95%.
Casi podemos sentir que fuertes cadenas nos tienen sujetos desde distintos lugares, obligándonos a permanecer en un estrecho centro que nos asfixia. Y es entonces cuando queremos irnos lejos, muy lejos; para estar con nosotros mismos, ponernos en orden y de paso dejar a nuestro alrededor cierto espacio en blanco para que -en general- puedan dar a nuestro interés el valor que merece.

Imaginas que entras en el coche, o coges un tren, un avión o un autobús. Visualizas que llegas a ese destino, solo tú. Escuchando una canción como la que está sonando ahora. Quizás sea el momento de hacer algo que nos haga sentir realizados, de no perdernos cosas por esperar eternamente a los demás. Rompamos las cadenas. Sé que a veces tenemos tantas ganas que no sabemos por dónde empezar, pero siempre hay un pequeño paso, una grieta por la que escapar para que el hueco en el muro sea más grande.
Da ese paso, ensancha esa grieta. Que se desmorone todo aquello que nos ata, aquello que nos hace infelices o que no nos permite llegar a ese 100% de disfrutar, de vivir nuestra propia vida.


EL PASADO SE VUELVE PRESENTE (28 de mayo)

La fotografía juega un papel fundamental desde que apareció como tal en el siglo XIX. Desde entonces se han hecho millones de fotos. Y de esos millones casi todas nos parecen ajenas.

Esto es principalmente -creo yo- debido al hecho de que la mayoría de esas imágenes son en blanco y negro, o en sepia (debido al azufre que se usaba). Pero démosles color. ¿Qué pasa? Que es en ese momento cuando sentimos que van con nosotros, que son de nuestro presente. Que bien podría ser una foto nuestra de familia o de un vecino en un día de verano.
Y basta este sencillo hecho para que el pasado que resultaba brillante fruto de no haberlo vivido, se torne encantador, sí, pero sin apenas interés porque ya no nos parece lejano.








¿No os parece el pasado ya menos brillante? 

Buen miércoles!

Fuente de las imágenes: todas han sido tomadas de Pinterest, como se indica en el nombre de cada archivo, donde se incluye el nombre del blog para el cual las he tomado prestadas.


EN CERA Y HOJA (21 de mayo)

Dos de las cosas que más rápidamente pueden desaparecer frente a nuestros ojos. Ejemplo de metamorfosis y cambio de utilidad. Presentes en el exterior y, poéticamente, dentro de nosotros.

Nuestro estado de ánimo cambia, y si lo asemejamos con la vegetación, cuando estamos contentos nuestro interior se vuelve frondoso y lleno de hojas mecidas por el viento. Pero si nos entristecemos o enfadamos, es como si las hojas se secaran en sus propias ramas y su esqueleto -de aspecto apolillado- recordara la belleza que acaba de ser destruida.

Pero alguien vio la oportunidad de una nueva vida para esas hojas: Huang Taishen (1950), nacido en China. De esa belleza raída y destinada a desaparecer, tras muchos ensayos y distintos tratamientos a una sola hoja, logra mantener inmortal un pequeño testigo de la existencia. El mismo que crece y muere constantemente dentro de nosotros.
Y en tanto pasa las horas tratando y tallando en la delicada superficie de las hojas, bajo sus manos van cobrando forma imágenes perpetuas -muchas veces conocidas- en un mundo de transparencias, luces y sombras.





Delicada inspiración, ¿no creéis?

Fuente de las imágenes: Pinterest y las respectivas páginas y blogs que se indican en cada archivo.


WILD (11 de mayo)

El momento efímero de hoy es un conjunto de emociones efímeras que nos hacen sentir vivos. Cosas que vemos en contadas ocasiones en nuestra vida. Pero en nuestra mano está el hacer de lo cotidiano algo extraordinario siempre que podemos. No pienses en qué harías si tuvieras o estuvieras, piensa qué puedes hacer hoy, ahora mismo, o justo mañana.

Conforme pasa el tiempo nuestras pequeñas cosas se diluyen si no dejamos constancia de ellas, y mueren con nosotros. Crea una lista de las cosas que te hacen sentir vivo, las que disfrutas, de las que no te cansas.
De esta forma podrás hacerlas para sentirte mejor cuando estás mal, y si se la das a los demás te verán y sentirán en cada pequeña cosa. Les harás vivir esos pequeños momentos.

Hoy recomiendo dos cosas para terminar el domingo con energía y empezar el lunes con nuevas metas para VIVIR. La primera es que leas con la canción inspiradora de hoy. Y la segunda que veas el vídeo: 


Barei: Wildest Horses

El olor de la hierba húmeda. La brisa de verano en el coche con las ventanillas bajadas. Leer en el jardín. El paseo en otoño con alguien que quieres. Las tardes de piscina con tus amigos. El sonido de las hojas mecidas por el viento. El batir de las alas de decenas de aves. El cariño entre dos animales. Que una persona salve la vida a alguien. Que decenas de personas en la playa se unan para salvar a delfines que han quedado varados. El paseo entre un camino flanqueado por altos y frondosos árboles en primavera. La sonrisa de tu abuela. Las flores que han olido tus antepasados. El cielo de verano cubierto de inmensas nubes lejanas, soplando la brisa y oyendo los truenos. Un viaje largo e inolvidable. Algo que has aprendido. La primera vez que un amigo te dice que te quiere. El amanecer. El atardecer en una gran ciudad, observándolo desde una azotea. Recordar la sensación cuando conociste a alguien importante para ti.
Decenas de caballos salvajes corriendo en interminables prados.


¿Qué añadirás hoy?



FOODSCAPES (5 de mayo)

En este preciso momento, en algún lugar del mundo, algún padre o alguna madre está desplegando todas sus dotes de imaginación para hacer que su hijo se coma las verduras.
Estoy seguro de que no debo decir mucho más para que haya venido a tu mente alguna escena propia o cercana relacionada con ese instante. 
No obstante, siempre hay niños muy listos que averiguan que les han picado judías verdes en el plato de carne o que el puré de verduras lleva algo que no se comerían.
Hasta hoy. Porque no hay forma más apetecible, original, inspiradora y adictiva que ver los trabajos de Carl Warner, quien logra dar un enfoque totalmente nuevo mediante composiciones con alimentos, luz cálida como en los dibujos animados y un poco de creativa post-producción. 

Estés comiendo, merendando, cenando o incluso ya hayas hecho alguna de estas cosas, te aseguro que te apetecerá hacerlo de nuevo, por lo menos un antojo. Y tanto si buscabas ideas para hacer uno de tus mejores trabajos, necesitabas un descanso mental o estás haciendo malabares junto a tus hijos para que se terminen lo del plato, en cualquier caso te será inspirador:






MITOMANÍA (4 de mayo)

Dije que en Culto a lo efímero iba a haber arte, y lo va a haber. En el caso de hoy ¿cuántos artistas vivos o muertos son ya mitos?¿Y a qué se debe?
El halo de la Fama es brillante, y a menudo solitario y triste. En muchos casos parece que debes renunciar a grandes cosas para tener un nombre igual de grande, pero no siempre es así. De hecho no es necesario.
¿Una teoría? Que la vida nos da, pero cuando llegamos lejos y alto y no le devolvemos suficiente, entonces nos quita para cobrarse ese préstamo. 

En el caso del mito hay dos caras, dos partes de él que lo conforman y que son tan antagónicas como concomitantes.
Por un lado la carátula vendida al mundo, que se crea en base a los medios de comunicación y a la construcción minuciosa y personal de un personaje. Y por otro, la persona, el ser humano sobre el que se pone esa máscara.

Es curioso cómo normalmente pasamos de la indiferencia al interés conforme los medios van haciendo hincapié en el trabajo o las excentricidades de tal o cual persona. 
Poco a poco vamos teniéndola en mente hasta que se rebasa una frontera, en la cual tenemos la necesidad de saber cada vez más. De conocer sus detalles. Y pronto deseamos conocerla, fundirnos con ella, devorar todo lo que sentimos. Entonces ya casi se convierte en mito (el resto lo darán los años).

Y ya tenemos dos imágenes opuestas que no se pueden separar: la parte inalcanzable y la humana. Piensa que quien sea familiar o amigo de esa persona famosa siente las mismas cosas que tú al hablar con alguien cercano o querido. Tienen casi las mismas conversaciones, pueden tener un humor parecido a ti, sienten de igual forma. Y a veces, sólo a veces, alguien da con el acierto de unir ambas partes enfrentadas en ese punto central y neutro que pasa desapercibido:
Fuente imagen: Mujerstarmedia


ANTES Y AHORA (2 de mayo)

Muchas veces pensamos en lo rápido que pasa el tiempo, y en cómo a medida que crecemos, se nos antoja más veloz. Entonces recurrimos a recuerdos atesorados y a fotografías, y tratamos de comparar lo que somos y lo que éramos, sin reconocernos; nos parecemos personas totalmente distintas. Y lo somos.
Pero, ¿y si por un momento revivimos el instante de una de esas fotos de cuando éramos pequeños o más jóvenes? Pues en eso consiste el Young Me/ Now Me, donde numerosas personas reconstruyen una fotografía de su infancia o juventud. ¿El artista que ha concebido la idea? Ze Frank, y éste es el resultado:







Si quieres más puedes encontrarlo en su sitio.

¿Dónde he descubierto esta idea tan genial? Aquí.
Nota: todas las imágenes que siguen son de sus respectivos dueños.


BLANCO (30 de abril)

Hoy recomiendo leer escuchando esta canción:

Andrea Roma feat. Leusin - Still Loving (original mix)


Detrás del Diseño, de lo idílico y armonioso se esconden personas. Todas con sus propias miserias y también alegrías. Las primeras intentan ocultarlas o aliviarlas con cosas hermosas que te hagan olvidar o te ayuden a superarlas, y de paso, potenciar las cosas que te hacen feliz.

Desde hace varios años, el color blanco se ha convertido en el color del diseño siendo además una base fácil y estética a la que es muy fácil darle los contrastes. Pero también es la pureza y la paz. 
Quizás con el paso del tiempo necesitamos simplificar en nuestras vidas y vamos dejando atrás lo superficial, lo dañino, lo que nos resta y nos lastra. Lo que nos impide alcanzar la felicidad y cumplir nuestras metas.
Precisamente de ese sentimiento surgió el Minimalismo, primero en la arquitectura y a día de hoy hasta en la música (como la canción que escuchas).

Y precisamente simplificando, necesitamos espacios donde sentirnos agusto, donde escondernos y refugiarnos de un mundo que a veces sentimos lleno de tempestades que nos erosionan el alma. 
A veces basta escuchar una canción como la de hoy para pensar tumbado en la cama de una luminosa habitación en blanco. Y todo se precipita:
Cerrar los ojos, un metrónomo, habitación luminosa en blanco -como tu mente-, una ventana sin cortinas, lluvia, abres los ojos y recuerdas aquellas cosas que te hacen sentir gris. Pasas a un purgatorio interior en una sensación agridulce de aceptación y valor. Cierras los ojos, y tu mente vuelve de nuevo al blanco. Y el mundo vuelve a merecer la pena.

Fuente: Erikapao
Fuente: Nisublogia


OTRA CARA (28 de abril)

El Arte tiene muchas definiciones, corrientes, adeptos o detractores. Los límites son a veces enormemente difusos. Pero normalmente el buen arte -aunque sea difícil entender- no está en la simplicidad sino en su trayectoria, o qué representa. Y siempre tiene algo: un halo misterioso, un mensaje subliminal que se nos escapa. Algo que sabemos está ahí pero no desciframos.

Sin lugar a dudas la Fotografía es una de las Siete Artes -hay quien dice que ocho-, y en la actualidad la creación se ha desarrollado inmensamente en el ámbito digital. ¿Adónde quiero llegar? Pues sencillamente a ¿qué pasaría si unimos el misterio de una fotografía antigua con el halo místico que envuelve una obra de arte? ¿Qué pasa si fotografiamos superhéroes o villanos del siglo XIX o el XX? Preguntemos a Marvellini:





¿Quieres más? Todas en Fotomarvellini


MILLONES DE PASOS Y MIRADAS (23 de abril)

¿Cuántas personas han pasado a lo largo de las décadas por las calles que hoy conocemos? ¿Cuántas han mirado hacia arriba ese edificio que tenemos frente a nosotros mientras el sol les cegaba? ¿Cuántas pararon a tomar algo en una terraza que hoy es una tienda de ropa?
Mientras nos hacemos estas preguntas sale a la luz algo curioso: por muchos siglos que tenga una ciudad, por muchos cientos de pasos que hayan pasado por ahí, en cada época es nuestra ciudad. Son nuestros edificios; las tiendas, cafeterías y restaurantes que conocemos. El cambio y las nuevas necesidades que surgen a lo largo del tiempo son los que los hacen de otros.

Y ya hemos olvidado las guerras, los incendios, los cierres y nuevas aperturas, las nuevas construcciones  y demoliciones que han modificado y hecho nuestro ese lugar. Pero no dejemos de recordar, porque en todo ese cambio del que ni siquiera somos conscientes, está la esencia de todos aquellos que han sido como nosotros. Eso es precisamente lo que muestra el fotógrafo y artista Kerényi Zoltán: mezclar esa ciudad de otros con la nuestra. Y entonces comparamos ambas y sentimos cómo nuestra ciudad rezuma vida; y cómo esa vida está también en la ciudad de esas caras ajenas y lejanas. 
Podemos ver cómo esa fotografía antigua auguraba lo que hoy es y cómo la actual se impregna de lo que fue.




DADLE UNA MÁSCARA (21 de abril)

Basta fijarse un poco cuando salimos de fiesta por la noche o vamos de vacaciones para darse cuenta de una cosa: que todos llevamos una máscara, en mayor o menor medida. Casi todos intentamos esconder todo eso que nos hace sentir inseguros o que no nos gusta de nosotros mismos. No pienses que ese chico o esa chica de aspecto inalcanzable con cara y cuerpo de modelo están exentos de ello. También tienen manías y cosas que no les gusta de ellos mismos, pero el truco está en potenciar lo mejor y minimizar los defectos para que sean lo que menos prime.
Así pues todos sacamos pecho, cruzamos los brazos y tratamos de no mirar a nadie como si no nos importara. Y muchas veces lo conseguimos, pero requiere práctica porque tenemos demasiadas cosas arraigadas dentro de nosotros. Como dice Murakami en 1Q84, "luchamos contra la genética".

Para los más consecuentes, la imagen que muestren será esa parte potenciada de ellos mismos; mientras que para los menos, intentarán aparentar lo que no son. Pero ¿y si directamente nos disfrazamos?¿y si cubrimos nuestra cara e incluso nuestro cuerpo? Tendremos como resultado lo que dice aquella famosa frase: "Un hombre no se muestra como verdaderamente es. Pero dadle una máscara y será él mismo".
Fuente con guiño al artista Adrian Pavic

DEUS EX MACHINA (13 de abril)

Cuando somos niños llenamos el mundo que conocemos con juegos e imaginación. Cada pequeña cosa y cada circunstancia de improviso nos da alas para crear cosas nuevas y ficticias con las que interactuamos. Aún no teniéndolas delante. 
Eso es lo que me gusta del teatro, que no hay más artificio físico que la ambientación. Al principio de una obra sigues estando fuera de ella, pensando y calibrándote con respecto a lo que contemplas, pero poco a poco vas entrando; te va envolviendo y casi dejas de existir durante algunas horas.

Te capta la interpretación de los actores, la trama, los decorados... e imaginas. Imaginas cómo se miran en un espejo que no está, cómo devoran platos virtualmente humeantes o beben de tazas vacías. Cómo comen de un queso hecho de espuma o se hacen ricos con billetes de mentira. 
Vuelves a ser un niño con todas esas personas mientras formas parte de un juego en el que no participas directamente. Pero como todo juego, termina; y viene una parte no menos fascinante que todo ese despliegue de fe: la música cambia, la iluminación varía y estallan aplausos. Entonces, en un segundo, todos los actores dejan caer sus máscaras y abandonan sus personajes para volver a ser ellos mismos. Y ves su alegría por haber gustado, su timidez tan bien camuflada durante su actuación y ese precioso gesto de inclinarse ante el público en señal de agradecimiento y respeto. 

Fuente: lamadridmorena. Obra: "Nápoles Millonaria". Sala Tú, Madrid


ZUMBIDO (11 de abril)

Que la Primavera ha llegado es algo obvio, y aunque no lo fuera, siempre hay pequeñas cosas que lo indican pero que se nos escapan. 
Cada uno puede tener su particular fijación en algo concreto, pero en mi caso son siempre primero las mariposas, luego las mariquitas y por último las golondrinas; que indican la apertura inminente del Verano.
No obstante el momento efímero de hoy se lo dedico a las abejas, con la buena noticia de que la foto de hoy ha sido capturada de esa imagen digna de volver eterna en estas líneas.

Estaba sentado en el jardín tomando un té pensando en lo exuberante de esta época del año y en las decenas de tulipanes que se han abierto. La temperatura tan agradable de estos medios días sin calor ni frío y el aroma intermitente e inubicable de las flores hacen entrar en reflexiones.
Y observando una de esas flores, que se abren con el calor y por la noche se cierran para proteger sus estambres, he visto un ir y venir de abejas. Siempre recordamos cómo sacan sus trompas y absorben el néctar que las flores les ofrecen, pero lo que no he visto nunca es cómo llegan casi desesperadas y se introducen entre el polen. Una en concreto se restregaba entre los suaves pétalos impregnándose del mismo. Recorría los estambres en éxtasis como si su intención fuera embadurnarse por completo, mientras con sus pinzas los "mordisqueaba". Una espesa capa amarilla le recubría las patas, y ha tenido que esperar en un pétalo como intentando recobrar las energías antes de volar de nuevo. Finalmente ha reposado en las hojas de un rosal cercano mientras se acicalaba la cabeza.
La reflexión que queda en mi mente, pensando todo esto, es el nombre de la familia a la que pertenecen: los antófilos, es decir, "que aman las flores", y sin duda deben de hacerlo.




SIN SABER POR QUÉ (9 de abril)
Ciertas escenas transmiten por sí mismas tal cantidad de emociones, tan intensas, que se nos quedan grabadas a fuego. Caminas por una gran calle en la cual podría pasarte desapercibido todo el mundo, y en cambio una sola imagen con unas pocas personas hace que esos miles de pasos a lo largo de kilómetros de acera, desaparezcan.

Me dirigía acompañado a algún lugar concreto, y si ya de por sí la secuencia fue efímera, más aún sucediendo en un cruce.
De las manos de una mujer mayor y su hija -de unos treinta y tantos años-, iba un niño pequeño delgado y de aspecto frágil, pues tenía un problema en las piernas. Era rubio con el pelo muy, muy corto y llevaba unos pantalones cortos por encima de las rodillas. Jamás podrá imaginarse la delicadeza y el amor con el que le miraban su madre y su abuela, tan pendientes y sonriéndole mientras -tal vez- le daban palabras de premio por su esfuerzo.
El sol se colaba por una de las calles, iluminando la esquina del edificio cerca del cruce, y parte de la calle misma. Su reflejo en el pelo del niño, el destello en el escaparate y la ternura que emanaban esas personas caló tan hondo que aún hoy, después de varios años, lo recuerdo y comparto. De este modo no sólo serán testigos los elementos inanimados de esta ciudad, si no que quien lo lea podrá guardarlo dentro de sí mismo dándole perpetuidad y vida como he hecho yo.



BRISA (7 de abril)

Más horas de sol y ya sentimos esa emoción vibrante que se transforma en meta dentro de nosotros: el verano. Es como si saliéramos del punto de partida en una carrera para llegar al punto central del año.
Vestimos con menos ropa cuando la rebelde temperatura lo permite, bajamos las ventanillas en el coche y llevamos el abrigo en el brazo. Abrimos las ventanas de par en par varias veces al día y nos sentamos a leer por las tardes en el sofá con el baño de luz que entra por la ventana, y nos recuerda a un cuadro del XIX.

Los paseos se convierten en momentos intensos que disfrutamos tanto, que parecen ser lo único de la vida. Y los acompañamos de bolsas de fritos o frutos secos charlando tranquilamente con tus familiares, amigos o pareja. 
Pensamos qué será lo siguiente que compraremos, de qué sabor el batido o en qué terraza tomaremos algo. Y en un instante nuestra mente se llena de recuerdos de decenas de veranos y primaveras; cientos de momentos de intensidad y plenitud, de felicidad. La música que oímos refuerza el papel de los olores del ambiente: las terrazas, el olor dulzón del aire, las largas horas de luz que poco a poco van tiñendo el día de noche, los murmullos, las risas y la gente paseando con calma.
Y se abre tal vez el único círculo vicioso saludable: te sientes lleno por todas esas sensaciones presentes tan agradables, a la par que recuerdas las pasadas; reforzándose mutuamente de forma interminable hasta que vuelvan a caerse las hojas o soplar el viento helado.
Fuente: Tuenti


LAS LLAVES DE LOS RECUERDOS (6 de abril)

Conforme crecemos y vamos avanzando, viviendo distintas etapas, nuestros recuerdos van posándose dentro de nosotros. 
Poco a poco conforman estratos que van prensándose a medida que vivimos, quedando los más antiguos más abajo, profundamente ocultos. Nos vamos olvidando de ellos porque no están en esa limitada superficie que vemos. 
Pero al igual que se puede perforar la tierra con la maquinaria adecuada, basta un simple olor o una canción para que la presión de esas emociones tan lejanas que parecen milenarias, rezumen atravesando todas las capas más recientes como ardiente lava. Y vienen a tu mente caras, sensaciones y situaciones de tiempos que ya se antojan remotos; con tanta nitidez que casi se nubla la vista porque dejas de ver lo que hay fuera para contemplar lo que hay dentro.
Tu corazón se relaja y sientes cierta paz, bien porque lo malo ya ha pasado, bien por vivir algo tan hermoso. Y continúas con nuevas fuerzas porque, al fin y al cabo, ese último estrato ya se ha abierto y ha derramado todo su brillante recuerdo encima de ti.




REFLEJO EN UNA VENTANA (4 de abril)

No es hasta que estás dentro de un hospital cuando te das cuenta de lo que te aliena y aisla. Es como si fueras dos personas: la que eres fuera y la que eres dentro. La de fuera es optimista, disfruta bailando, de los pequeños detalles, los viajes y de quienes quiere. Piensa en un futuro inmediato, no demasiado lejano, en cosas importantes o no tanto. Se ubica mentalmente en distintos lugares donde quiere estar o descubrir y disfruta de los momentos efímeros y llenos de vida.

En cambio la de dentro del hospital solamente piensa que está ahí, en esa habitación. Sólo oye el ruido de los pasillos, de pacientes quejumbrosos, conversaciones de enfermeras y ve la luz halógena del techo.
Únicamente aspira a asomarse un poco por la ventana y ver ese limitado mundo exterior del que proviene y al que no sabe cuándo va a volver. Y suspira sintiendo un escalofrío de soledad.
No piensa en el sol ni la primavera, en cuánto disfruta mirando desde la ventana de su casa, que le reciba su perro, el primer sorbo de té o esa canción de los años 40. Y no es hasta que precisamente oye música cuando dice: "¡es verdad! ¡Sigo aquí, sigo vivo!".




FRAGMENTOS (31 de marzo)

Sería absurdo preguntarte si alguna vez una imagen te ha transmitido algo que no has sabido identificar, porque la respuesta será seguramente que sí. Algo en una fotografía o incluso físicamente, frente a ti, capta tu atención como si fuera un imán; y muchas veces no tienes más remedio que continuar con tus pasos dedicándole miradas intermitentes porque vas con alguien o no quieres parecer estúpido mirando fijamente.
Pero algo te ha calado. Algo ha impactado dentro de ti, y no lo olvidarás fácilmente. Seguramente dejes de prestarle atención pero un día volverá. Y esa sensación de atracción irrenunciable volverá a prender dentro de ti.
Y es que hay cosas inefables, que no podemos transmitir. Quizás -quién sabe- debe ser así porque son sólo dedicadas a nosotros como individuo. Cosas que irrumpen en lo cotidiano. 
Puedes ir en el metro absorto en tus pensamientos u oyendo música cuando de repente, en todas las pantallas del tren, se proyectan colores e imágenes geométricas que cambian a ritmo regular, en bucle. Todo sigue su curso pero sientes que algo está enviando un mensaje efímero del que casi nadie será consciente; y después se perderá. 
O puedes caminar de noche por la calle y de entre los edificios iluminados, uno se alza sobre todos ellos, coronado por un gran óvalo negro como el espacio profundo, que a modo de oscuro ojo, te mira fijamente sabiendo que tú sí te has percatado. Y entonces en tu mente se conectan distintas escenas que te han atrapado como llamándote por tu nombre, y las recuerdas con nitidez. Y justamente en ese instante, sientes que todas esas escenas transmiten algo común, como si se sonrieran misteriosamente por haberte dado cuenta de que han irrumpido en tu realidad.






BRILLANTE ESFERA (25 de marzo)

A menudo solemos pensar en el pasado como algo brillante cuanto más lejano. Es evidente que no todo lo que nos ha sucedido en la vida es maravilloso y lleno de luces, pero esos momentos buenos, parecen más dulces cuanto más se nos alejan.
No pocas veces se manifiesta físicamente, sobre todo en una fotografía. La vemos, y podemos haberla visto durante toda nuestra vida; podemos olvidarnos de ella durante meses o años. Pero un día la redescubrimos, y algo nos atrapa en ella. Volvemos a estar rodeados por su atmósfera, las caras sonrientes, con esa ropa ya tan vieja que ha ido desapareciendo de nuestra vida. Vemos personas que siguen con nosotros o que ya no están, y nos embarga la nostalgia.
Pero también nos damos cuenta de que en esa foto se recogen muchas cosas. No sólo se mantiene un instante eterno, si no que se transmite la esencia de ese momento, de esas personas, de nosotros mismos a través de ese gesto sonriente pero solemne, esa mano protectora sobre un hombro, esa sonrisa inocente mientras una pequeña mano sostiene un juguete. De pronto vuelves a ver la foto como algo global, como elemento y como suceso congelado de tu vida y la de tus allegados, y entiendes todo aquello que entonces era y ya no es. Eso que el transcurso del tiempo te impide ver sobre la marcha, pero que aprecias después mirando hacia atrás.

Es inevitable entristecernos al percatarnos de esto; pero si logramos vivir con ello en nuestro corazón fijándonos en qué sentíamos entonces, como si lo viviéramos ahora -es decir, fijándonos en el lleno en lugar de en el vacío-, quizás podamos ver esa estela brillante y cálida que queda tras nosotros, y que aún está y estará por siempre en contacto con nuestra piel, encerrada y palpitante en cada latido.




VIBRANTE (19 de marzo)

Ha bastado el sonido de un violín y la cara de trance de los presentes al escuchar la música para asociarlo con esas pocas pero intensas cosas que llevamos dentro de nosotros desde nuestro origen.

Si tuviera que ordenar por intensidad la capacidad hipnótica de algunos elementos, la primera sería el fuego. Da igual la cultura, el sexo, la edad o el lugar del mundo, que solo oír el crepitar de la madera y el movimiento regular y distinto en cada segundo de las llamas, capta toda nuestra atención y nos hace estar pensativos. 
Algo dentro de lo más profundo de nosotros -muy recóndito- recuerda aquellos tiempos donde el fuego nos cambió; nos dio seguridad para ahuyentar a las fieras, nos permitió cocinar la comida y nos mantuvo calientes en días de interminable e insufrible frío milenario.
Lo miramos atentos y ensimismados como si fuera a recordarnos algo, y todo dentro de nosotros conecta retrospectivamente hacia aquellos primeros parientes.

Parecido, pero en otro sentido, lo siguiente más hipnótico es la música, el ritmo. No hay ser humano en el mundo al que no le guste la música, sea de un estilo o de otro, o simplemente la vibración y el ritmo. Da igual la edad, la cultura y también la bondad o maldad de alguien; la música nos une a todos. Por eso cuando ambas cosas se unen -fuego y música- sentimos volver hacia atrás a tiempos remotos. Y en nuestro interior más hondo, algo olvidado y humano que llevamos en los genes vuelve a vibrar; recordándonos esos tiempos de pieles tensadas golpeadas por manos en éxtasis y fuego vacilante.




FRENTE A UN ESPEJO (19 de marzo)

Con no poca frecuencia muchos tendemos a mirar hacia atrás. Y no sólo por pura añoranza sino para valorar el aprendizaje del camino que se ha recorrido, el quiénes somos ahora. Es sólo entonces cuando comprendemos la magnitud de nuestro cambio y que de la misma manera que nuestro cuerpo ha cambiado todas sus células desde el momento de aquel recuerdo, casi todo dentro de nosotros ha mutado también.

En una de esas ocasiones retrospectivas viene a tu cabeza gente que por una razón u otra ya no forma parte de tu vida, y su imagen y los recuerdos asociados a la misma se proyectan en tu mente como en un cine polvoriento y vacío del que sólo quedan momentos vividos. Entonces coges todos esos recuerdos y los colocas sobre una balanza, llegando a pocas conclusiones pero a alguna certeza: ¿por qué dejamos de hablarnos? Pero un día, por casualidades de la vida, alguien de entonces reaparece en tu vida y no es hasta que estáis frente a frente cuando ves la sinceridad de todo lo que estáis diciendo. Y se empieza a retomar el contacto.
Quedáis y habláis de momentos compartidos, de cómo sois ahora, y es en ese instante cuando de verdad aprecias el cambio. No sólo en el otro, sino en ti también -como en un espejo-; viendo que sois los mismos cuerpos pero personas totalmente distintas a las de entonces, con cosas en común o no, pero que por alguna extraña razón algo vuelve a uniros.




RECUERDOS, PARAGUAS Y ÁRBOLES (11 de marzo)

No negaré la dificultad para escribir sobre lo que sucedió hace ya diez años, pero haciendo honor a la entrada y rindiendo mi particular homenaje a todas las víctimas de aquel día terrible, escribiré hablando de esa esencia.
Varios truenos furiosos en distintos lugares de Madrid, recibieron el día con negrura y dolor (qué singular es la asociación humana que puede hacer que por tu mente pasen mil tonterías, pero esos rugidos no sonaban como los petardos que tiran los niños). No eran ni las 9:30 de la mañana y ya ascendían negras columnas hacia el cielo, y viajando tranquilo como un día más, pasé por encima de un lugar de espanto y atrocidad -sin yo saberlo- al que no miré.
La mañana entera se volvió anormal, y avanzaba una tan fría en todos los sentidos. Quizás el día más frío y helador de todos. 
Algo se rompió dentro de casi todo el mundo -de unos más que de otros- pero todos cambiamos. Algo prendió en nuestro interior con tanta furia como la mayor de las tempestades, que se transformó en solidaridad y rechazo a la intolerancia y el radicalismo (sea de la clase que sea). 
Nuestros pensamientos iban al instante hacia aquellos trenes y se agolpaban las circunstancias en nuestra mente. Fueron días -y son- para no entender, para no olvidar. Y para no perdonar. 
A día de hoy no se sabe la verdad, esa al alcance de tan pocos y tan sucios.

Fueron momentos de silenciosa negación y ausencia eterna, de emociones contenidas y diferentes. 
España se volvió triste y lloró el cielo toda la tarde; cayendo las lágrimas sobre los charcos en los que hacían esas ondas con tantos significados. 
La lluvia llevó consigo miles de rostros serios y miradas tristes que no cambiarían en semanas. Esos días todos fuimos uno. Las miradas desconocidas se cruzaban transmitiendo el dolor de nuestros corazones, en un silencioso y puro pesar. Todos ajenos unos a otros y todos familiares.

Jamás habríamos pensado que entre desconocidos podríamos transmitirnos tanto con una sola mirada, en duelo, con nuestro sentimiento y pensamiento con las víctimas. Qué triste y horrible fue todo y qué antagónico y hermoso el sentimiento de dolor compartido y unidad. Qué bonito homenaje plantar un árbol por cada persona que murió, ligándolos y convirtiéndolos en un vivo recuerdo con alma. Con el mismo silencio, la misma tristeza, la misma impotencia, la misma respetuosa tranquilidad.
Fue un día de triste convergencia de vidas, como la mía y como la tuya. Los que tuvieron que irse dejaron una brillante estela de recuerdos y vida que nunca -jamás- debemos olvidar. Aquella lluvia nos recordó que así como el agua puede estar congelada, fundirse, evaporarse y caer del cielo, así nosotros cambiaremos para volver al Todo en un ciclo eterno.

Fuente: Adrianavieira


PÉTALOS (9 de marzo)

Es curiosa la manera en que las flores nos transmiten vitalidad. Tener flores naturales, colocarlas en agua y sentir ese aliento que te da mirarlas, es escasamente comparable a otras sensaciones. 
Cuando las ves tan frescas parecen casi alegres por ser tan bellas, y te contagian esa emoción. Emanan una energía tranquila y orgullosa que se transmite a través de las curvas de sus pétalos, los degradados de los colores, la graciosa y refinada forma en que curvan sus hojas y en su aroma.
Pero, ¿qué nos transmiten cuando se marchitan? Día tras día las ves hermosas y vitales, pero poco a poco las ves secarse; y cada vez que tus ojos coinciden con ellas, sientes una tristeza creciente dentro de ti.
Pasamos de verlas como algo que nos colma de entusiasmo y situaciones agradables, a sentir que se transforman en un reloj de arena. Cada vez que tu mirada se cruza con un pétalo seco o que cae, con el tallo que se dobla o con ese extremo mustio, nuestro interior se inquieta y entristece. Porque nos recuerda que el tiempo va agotándose, que lo bello se marchita, que la vida transcurre; y que al igual que esas flores han crecido, han mostrado toda su belleza y se han vuelto mustias, nosotros también. Ningún elemento de la naturaleza representa mejor las edades por las que tenemos que pasar, como las flores. 
Es entonces cuando decidimos deshacernos de ellas; antes de que su corrosiva presencia nos llene de agujeros por dentro y miremos a ese vacío que tratamos de ocupar con la Vida. 

Fuente: Afranko


IMAGEN Y POLVO (8 de marzo)

Alguna que otra vez caminamos por un lugar que ha sido históricamente transitado, como el centro de una gran ciudad llena de edificios de distintas épocas con miles de momentos cada uno. Edificios que han visto nacimientos y muertes, tardes con alguno de sus muchos inquilinos contemplando por la ventana con un cigarro encendido, las ventanas del balcón abiertas de par en par en los calurosos días de verano, con los edificios de enfrente como vecinos perpetuos, e incluso, guerras.
En un instante de esos en que varias sensaciones emanan a la vez dentro de ti (el olor de la calle, el sonido del gentío por todas partes, los destellos de los cristales en los edificios, el cielo azul...), de pronto conectas con cómo podían sentirse todos aquellos que te han precedido caminando por ese lugar. Todas esas personas desde hace cientos de años cuando esas calles eran barro y polvo, oscuras como un abismo con alguna farola de gas a varios cientos de metros. Y no sabes por qué, pero vienen a tu mente imágenes de entonces y sientes una anónima conexión con esas personas; pensando que tal vez sintieran lo mismo que tú. Puedes sentir sus sombreros en la cabeza, los abrigos largos de paño, la fría brisa de enero en el rostro.
Y estás seguro de que se sentirían de ese modo al cruzar esos soportales, al ver esa gran puerta doble por donde antes pasaba un carruaje, o esos balcones de cristales al agua irregulares como nuestra existencia.
Y continúas tu camino pensando en todo esto y casi sintiendo que todas esas personas -y tú- estáis convergiendo a la vez en ese lugar, en una suma mental de imágenes y briznas polvorientas.



HACIA DÓNDE (5 de marzo)

Recordé un momento tan efímero como poético.
El 2011 fue el año en que comenzaron los cambios del siglo XXI en todo el mundo. Miles de personas salieron a las calles para protestar contra un sistema podrido y agónico. Se respiraba esperanza, solidaridad e ilusión aquellos primeros días.
En una de aquellas primeras manifestaciones que marcaron un antes y un después (aunque no como nos hubiera gustado), la calle se tornó mar. Miles de pensamientos y corazones palpitantes de emoción e incertidumbre se movían en una misma dirección, lentamente.
Las caras eran pantallas de emociones distintas: diversión, seriedad, alegría... y avanzábamos despacio como el mismo cambio. En un momento dado tuvimos que girar hacia otra calle porque la de Alcalá ya estaba repleta y no se podía continuar. En ese instante del atardecer encajó perfectamente la frase de Nach "mientras el Sol desde su trono vigila invicto", porque a pesar de estar presente en todas partes, de cuando en cuando se asomaba sobre las azoteas de los edificios como contemplando la marcha.
Todos mirábamos hacia dónde íbamos sin dejar de mirar dentro de nosotros también. Y como si toda la ciudad estuviera pendiente de algo que apenas trascendió, las esculturas miraban al horizonte para comprobar la inmensidad humana en movimiento.




EN UN SUEÑO (lunes 3 de marzo)

Con cierta frecuencia necesitamos que nuestra vida cambie en algo, necesitamos energía, emociones, vida. Algunos damos el paso y otros no, por alguna razón. Si eres de los primeros, en una de esas zancadas tu mirada se torna firme y aprietas los puños, mientras coges aire para llenarte de valor y girar el timón de tu barco. Poco a poco vas cambiando el rumbo, olvidando casi el momento anterior; aquel en el que en tu cabeza germinaba despacio una semilla esperanzadora -el y si...-.
Empiezas una nueva etapa sintiendo el fresco viento del horizonte en tu cara; hasta que un día -y con mucho camino recorrido- recuerdas aquel estadio previo a tomar la decisión que cambió tu trayecto. Y te das cuenta que no le guardaste la ausencia.

Puedes percatarte de ello de la forma aparentemente más casual, como un curso corto en la antigua facultad donde empezaste una carrera que te gustaba pero no era exactamente lo que querías. Entonces se revaloriza su recuerdo al comprender que gracias a aquella etapa hoy eres quien eres y has tomado la verdadera senda que buscabas. 
Te ves de pronto ubicado en un recuerdo materializado, sintiendo de forma real en tu cuerpo todas esas emociones que guardaste con la última vez que pisaste aquel lugar. Todo a tu alrededor se convierte en una proyección de tu interior, de un momento que pasó hace muchos años, e imaginas a quienes iban contigo entonces. La prisa por llegar a clase, pensar en los trabajos, en la asignatura que tocaba o en el profesor extraordinario que pocas veces te toca y hacía mágica una clase de Prehistoria.
Y te ves caminando entre hologramas sacados de recuerdos, como si hubieras hecho un profundo viaje a tu interior y de repente todo fuera cierto de nuevo, como si vivieras un sueño. Es entonces cuando recuerdas esa frase que te acompañará muchas más veces: "Todo es igual pero todo ha cambiado". El lugar es el mismo, pero ya no lo es.

El primer día de ese curso (que te ha llevado de nuevo para cerrar una etapa que no sabías estaba abierta), es revivir, como si una bocanada de oxígeno reavivara las ascuas más ocultas dentro de ti. Pero el último día es cuando miras hacia atrás y ves tu recorrido con perspectiva. Es cuando valoras la decisión que tomaste y te vuelves consciente de que en cuanto te vayas habrás cerrado una etapa.
Puedes reflexionar más o menos sobre ello, pero lo cierto es que no puedes evitar sentirte agradecido por esa decisión e inquietud que surgió entonces; allí mismo. No puedes evitar agradecerle a aquel lugar los recuerdos que ahora guardas de él en ti, y que ahora irán en paz al reconciliarte con una parte de ti mismo asignándoles el lugar que les corresponde.

Y sales del aula por última vez. Y en forma de despedida vas visitando las zonas que recuerdas, en tanto que ves que no han cambiado -salvo porque no queda nada de lo que entonces era-. Y abres la puerta de tu antigua clase, vacía pero con el proyector y la luz encendidos; como si fueran a representar la escena para ti. De tu mente salen todos los compañeros y profesores de distintas asignaturas y amueblas el aula con ellos. Para luego desaparecer de nuevo y mirarla con esos ojos de nostalgia y agradecimiento; mientras las cortinas se mecen como en aquellos meses en que acababa el curso. Fuera queda la noche que acaba de llegar, mientras tú te giras para dar el último vistazo; como cuando te cambias de casa y quieres guardar una escena para siempre en tu memoria. En un recuerdo que ya se va.



PARPADEANTE (viernes 28 de febrero)

Sentimos el tiempo como algo lineal y constante porque lo basamos en nuestra percepción como individuos. Pero cuando miramos alrededor y vemos nuestros logros y fracasos, nuestro pasado y a los demás, percibimos una verdad: la vida es como una luz que tintinea y un día deja de verse.
A menudo creemos que es más posible perder a alguien querido que perdernos a nosotros mismos, porque los demás son nuestra referencia para asegurarnos que existimos, sin darnos cuenta que la misma posibilidad tenemos nosotros de apagarnos que ellos; que la vida es la misma con sus mismos riesgos.

Es curiosa la manera en que el recuerdo de las personas se asienta en nuestro interior, "como suave lodo" que diría Murakami. Frente a unas figuras palpables y cercanas, que son quienes queremos, está también toda esa gente a la que no conocemos personalmente -o sí- pero con la que nos cruzamos yendo al trabajo, saliendo a tomar algo o en el metro. También al salir de casa. Esas personas con las que sin darte cuenta compartes no solo la increíble existencia sino también la cotidianidad de una manera peculiar, que a base de repetirse casi logras tenerles afecto. Te alegras casi por verlas, porque te indican que todo sigue igual.
Hasta que un día dejas de hacerlo y te enteras que ya no compartís este recorrido. En ese instante vuelven a tu mente esos momentos convergentes, y ese lodo suave del fondo se levanta de repente mecido y vivo por el movimiento del agua que nos llevará hacia el mar.


NEGRO COMO ALAS DE CUERVO (martes 25 de  febrero)

Hace varios meses, cuando el verano todavía acariciaba nuestra piel y sentíamos un secreto júbilo por esas horas de luz extra, publiqué un post sobre una familia de mirlos que había anidado en el jardín. Hace relativamente poco han vuelto al acecho de lombrices y bichos desprevenidos con los que cerrar el ciclo vital. 
Muchas veces sentimos en los animales más humanidad y nobleza de la que vemos en las personas, y hoy, mirando por la ventana, he visto a uno de aquellos polluelos que hoy es adulto. Con la forma característica de ese pico naranja como una calabaza y negro como los cuervos.
Le he visto en el césped mirando alrededor, con calma. En medio de un viento horrible él permanecía quieto cerca del nido ruinoso donde nació, cobijado bajo las ramas vacilantes de un abeto. De cuando en cuando miraba hacia arriba como si recordara que de ahí cayó al suelo para no volver; y entonces se ha agazapado bajo el abeto mirando con la misma tranquilidad alrededor. De la misma manera en que podía estar yo mirando mecerse las ramas por todas partes y volar las hojas delante de nosotros.
Una inmensa calma me ha invadido mientras él ha permanecido de esa manera -durante largo rato-. Después se ha levantado, ha estirado las patas y se ha puesto a comer algún insecto que también ha crecido en ese mismo jardín, que vive también donde él y yo, y en el que latía la misma vida.

Fuente de imagen: Pequenhaciudad


LA VIDA (lunes, 24 de febrero)

A simple vista el post de hoy parecerá que nada tiene que ver con lo efímero pero, ¿qué es más efímero que la propia vida? Quizás una de las mayores razones por la que nos perdemos a nosotros mismos y necesitamos buscarnos y hallar mayor espiritualidad, es porque no entendemos la vida. Por lo pronto he podido aprender algo, y es la dualidad. Aceptar la dualidad aunque sea dolorosa, es aceptar la vida. Y una vez hecho no habrá mayor vitalidad. Tal vez escribiendo las siguientes líneas encuentre mayor paz de la que imagino, y tal vez tú leyéndolas, también la encuentres al final. Como dijo Chaplin en El chico: "una película con una sonrisa y quizás, una lágrima".

Un bebé acaba de nacer mientras lees estas palabras. Una mujer ha sido violada hace dos minutos en Francia. Jorge acaba de dar el primer beso a una chica dos años mayor que él, tiene 12. Un asesino en serie está siguiendo a su próxima víctima, a la que secuestrará y descuartizará. Quince vecinos han ido al rescate de una niña atrapada en los escombros de una antigua casa en la que estaba jugando, ahora está sana y salva. Una bomba estallará hoy en Iraq y morirán más de veinte personas. Silvia y Marta tienen siete años y son las mejores amigas; hoy van de la mano mientras se cuentan un secreto que nadie más sabe. Un hombre ha sido secuestrado y está siendo torturado en un oscuro sótano; desea morirse antes que continuar sufriendo así. A Inés le acaban de decir que está embarazada, está deseando contárselo a todo el mundo y no se explica cómo alguien puede sentir tantísima alegría

En un incendio en Australia, mientras el fuego destruía el habitat de miles de animales, un bombero dio agua a un koala que había sobrevivido a las llamas. James coge cada sábado su coche, pone música vitalista como Imagine de Los Beatles, compra unas cuantas pizzas y las reparte a los más desfavorecidos con su hijo de seis años como acompañante. Charla con ellos y les da esperanza y compañía. En el metro dos chicos de 23 y 20 años han cambiado a toda prisa al andén de enfrente para ayudar a una anciana que estaba mareada y vomitando. Han condenado a cadena perpetua a un asesino en serie. Samuel cumple 3 años hoy, sus padres le van a dar la mejor fiesta del mundo porque es el primer cumpleaños que puede celebrar fuera del hospital. Christian ha decidido echarle valor a la vida y ha comenzado a aceptar su sexualidad, sabe que no será fácil, pero empieza a ser feliz aceptándose como es. Inma lleva cinco años soñando con viajar y montar su propia tienda mientras pasaba horas al ordenador en un trabajo que le hace infeliz. Mañana romperá con todo para empezar a cumplir su sueño. Juan Luis y Ana tienen 69 y 72 años y están hartos de esperar la oportunidad ideal para retirarse a vivir al campo. Ahora mismo están preparándolo todo porque han comprendido -a su edad, como dicen ellos- que nos pasamos la vida planeando cosas para un futuro ideal que a lo mejor no llega nunca. Ellos mismos hablan que "debes plantearte: ¿puedo hacerlo ahora? Si la respuesta es sí, y de verdad quieres, lo harás. Si la respuesta es sí pero no te apetece, entonces no querías tanto como pensabas".

¿Con qué te quedas de la vida?


INSTANTE (domingo, 22 de septiembre)

Hoy, yendo en coche mientras el paisaje de la ciudad iba quedando atrás a cada instante, en el césped de un parque, bajo la sombra de los árboles, una anciana estaba sentada con su nieto hablando.
Ha sido un momento fugaz de ternura que de no haberlo escrito aquí se habría perdido para siempre. Salvo para ellos.


EL MAR (viernes, 16 de agosto)

Habiendo estado en la playa, en una de esas veces que miras esa extensión azul infinita hacia el horizonte, mientras suena el regular ritmo perpetuo del agua lamiendo la orilla, me ha venido a la mente lo que dice el documental Home (2009?) "Siempre hay la misma cantidad de agua en la Tierra. El agua siempre es la misma y siempre lo ha sido durante miles de años". A pesar de que el agua se depura a través de su ciclo y no es exactamente la misma que hace siglos, ese líquido que nos dio la vida es el mismo que han visto y tocado todos nuestros antepasados. Desde el origen del mundo cuando todo era fuego, ácido y lluvias torrenciales. 

En ese mar se han bañado los expresionistas, Dalí, Alejandro Magno, Pitágoras o Cristo, pues toda el agua del mundo está en contacto a través de ríos, mares y océanos y se perpetúa constantemente. Por lo que aunque te separen miles de kilómetros de distancia -o miles de años- de cada uno de sus recorridos, estás tocando, respirando y sintiendo un todo presente en el mundo entero, en eterno contacto. El mar une el pasado, el presente y el futuro.
Y mientras contribuye a sostener la vida y destruir y moldear la tierra hasta el final de los tiempos, encierra en su interior misterios y secretos ocultos bajo miles de millones de azules litros. En orillas, ríos y abismos profundos. 
Y pensando todo esto y mientras notaba en los labios la sal de la erosión de las rocas desde el principio de la vida, sentía que mi cuerpo estaba rodeado por una parte de todas esas personas que han tocado esa agua. Que esa misma masa alberga el Titanic, ha sido navegada por naves para descubrir tierras lejanas, recogido la sangre de miles de batallas, regado nuestra comida e hidratado nuestros cuerpos. 
Toda su inmensidad eterna contiene pedazos de miles y millones de años, de miles de especies que aún permanecen ocultas a nuestros ojos navegando en un mundo paralelo; naufragios y tesoros, un pedazo de cada parte del mundo. Y continúa impasible su compás regular desgastando poco a poco las orillas mientras brama fruto del viento procedente de mar adentro, continuando un ciclo mucho más amplio que el del agua, un ciclo de anécdotas y vidas. Por eso cuando escuchamos las olas romper, tenemos la sensación de que cuentan algo, porque hay un recuerdo en cada ola.


Home on the range, 1873 (domingo 28 de julio)

Buscando esta canción para escucharla, he hecho click en el siguiente vídeo:



Tenía un libro abierto en las manos y me ha hipnotizado la fuerza que emanan las fotografías del XIX. 
He estado varios minutos absorto sin poder retirar la vista y me ha hecho pensar en esa energía tranquila pero latente que transmiten las imágenes de ese siglo, la fuerza. Sus posturas para posar ante la cámara, sus gestos... hacen que toda la atención se fije en sus rostros, expresivos y de otro tiempo. Su morfología es distinta a la de ahora o eso nos parece. Es como si fueran personas hechas de otro material en otro momento, en un mundo quizás paralelo.

No puedes evitar pensar que todas esas personas están muertas y han quedado congeladas junto con todo su mundo en aquel momento en que se tomó la fotografía. Debajo de ese cielo que podemos ver en esas imágenes están los conflictos coloniales, los nacionalismos en Europa y una sociedad cambiante y obsesionada con el progreso. Las epidemias, nacimientos condenados a llevar a la muerte a la madre o al hijo -cuando no a ambos- y largos paseos de verano con caros vestidos de lino y parasoles. Todo sucediendo en ese mismo momento en que el fotógrafo pulsó el botón de su cámara. Como hoy.

Viene a la mente cómo sería el día a día de esas personas preparando la tetera, esperando al médico o yendo a bailar durante las fiestas. Su prole interminable y familias sumisas y dóciles por una sociedad estricta y seria. Sus trajes oscuros y elegantes independientemente de la clase social.
Y mientras piensas todo eso, ese momento permanecerá inalterable por siempre con sus caras difusas repletas de luces y sombras que no son menos que las que tenemos como especie.

Mientras permanecen inmutables en esa postura eterna, no puedes dejar de mirarles como si estuvieras a punto de recordar algo esencial, lejano y olvidado. Como si fueran a transmitir un mensaje o lo fueras a descifrar de esa gama de grises. 
Y de repente te das cuenta que son igual que tú, viviendo su mundo como tú vives el tuyo. Y mientras todo transcurre, y el pasado, presente y futuro se intercambian los papeles sin cesar, todos nos vamos transformando en las sombras que otros verán un día en una vieja fotografía.



EL JARDÍN (Lunes, 21 de julio)

En el jardín anidó hace poco una familia de mirlos. La madre ha estado yendo y viniendo sin alejarse demasiado. Se posaba en lo alto de la valla, miraba alrededor, iba por comida, volvía a posarse en el mismo lugar, miraba y bajaba al nido. Al rato volvía a salir y hacía lo mismo, siempre cerca.
Hace unas semanas se abrieron los huevos y el único momento en que se oía a los polluelos era cuando estaba la madre; luego callaban totalmente. 
Yo estaba a varios metros en una tumbona leyendo y les veía moverse con esos picos tan naranjas y entreabiertos por el calor, mirando con cuidado en torno a ellos. Entonces decidí levantarme y me acerqué con cuidado para intentar verles mejor. Cuando estaba a un metro (el nido quedaba a unos 50cm por encima de mí) les vi las cabecitas y en cuanto me vieron se agacharon para esconderse.

Me sorprendió que fueran tan grandes las crías de mirlo, y su aspecto chato me recordó a los kiwis (esas aves que no vuelan). 
Recientemente cayeron del nido, pero debajo había una densa bolsa negra que les amortiguó (a pesar de que ya estaba, la dejé ahí adrede). 
En cuanto volvió la madre y vio que no estaban en el nido lo primero que hizo fue mirar hacia abajo para ver si se habían caído. Empezó a emitir un sonido, al que contestaba el polluelo. Eso le permitió ir acercándose poco a poco hacia donde él estaba. 
El hermano ha debido de marcharse porque no se la ha vuelto a ver, y este otro ha estado unos días por el jardín ocultándose y siendo alimentado por la madre, quien ha ido tardando más en venir que antes (quizá por eso de que su cría ya es más grande).


LA VIDA (Miércoles, 10 de julio de 2013)

¿Nunca habéis pensado cuántos momentos efímeros se han perdido con el paso de las horas, los días, los años y los siglos? Solamente tenéis que fijaros en uno de esos estados reflexivos cuando estamos solos o nos quedamos en silencio con alguien. En las cosas que nos vienen a la cabeza y que percibimos. Sin ir más lejos el otro día estaba tumbado mirando el cielo, ese cielo que de un modo u otro vemos cada día. 
Pensaba mis cosas hasta que me paré a observar lo fluido del tráfico aéreo de insectos y pájaros. Cada dos por tres pasaban varios de ellos por encima de mi, cada uno con sus asuntos. Ese momento me hizo pensar que nadie más iba a verlo ni a sentirlo, y que de esa misma manera, algún antepasado estaría haciendo lo mismo en algún momento; y precisamente esa frágil y casi imperceptible tela de humanidad que reviste esas situaciones, se perdió. Es como si se tratase de una herencia intangible que nos transmitimos de padres a hijos sin cesar. Una herencia silenciosa y no reconocida pero que está ahí.

LA LUNA
La luna tal cual la vemos, no ha sido siempre así. Entonces, ¿desde cuándo la luna es como es para nosotros? Si por ejemplo en el año 1000 no tendría menos cráteres y no la conocerían con sus característicos "dibujos", su luna sería diferente de la nuestra.
¿Se habrá visto en algún momento de la Historia el impacto de un asteroide sobre su superficie haciendo uno de esos cráteres que hoy vemos?

2 comentarios:

  1. Siempre digo que los pequeños detalles diferencian a las personas, muchos de ellos pasan pero muchas veces hay alguien que lo nota nota ; gente observadora, sensible y profunda.

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  2. Desde luego que sí, muchas veces se perderían esas cosas. Quizás, como ya he dicho en un post, haya cosas que sólo están hechas para que las percibamos nosotros como individuo. Gracias por tu comentario!

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